martes, 16 de noviembre de 2010

Cada vez que pienso que se me acabaron las lágrimas...

La veo, la escucho, y es inevitable. Se larga la catarata. Va más allá de "meramente" la partida de Néstor. Tiene que ver en mi caso, con identificarme a nivel personal. Yo tengo conmigo a mi compañero de ruta, ese maridazo que me tocó, que Dios me regaló. Pero Dios no permita que se vaya él antes que yo. No se si tendría la fuerza de darle para delante. Yo se que Dios no carga a nadie con una carga mayor de la que puede cargar, y es por eso que tengo plenísima confianza en Cristina, y que vamos a salir adelante.

Pero ¡ay! cuanto dolor debe haber ahí.

Por ahí no es la cátedra a la que nos tiene acostumbrados, llena de números y detalles técnicos que se sabe de memoria y de taquito. Pero es igualmente una cátedra. de fortaleza, y de valores. De Valores para Mi país REALES, no declamado, no de mentirita, como los de Hotton y compañía.

Que suerte que ella, CFK, esta de este lado, del lado del pueblo. Que suerte que Cobos, Lilita, Hotton, Bullrich, Macri estan del lado "de la gente" (como uno, ¿viste?). Porque "la gente" es una cosa. Y el pueblo, otra. Y nosotros esamos en la mejor compañía. Ellos... ellos se lo pierden. mejor para nosotros, ¿no?

2 comentarios:

  1. Impresionante, emocionante, genial, brillante todo el discurso, pero la imagen que me llevo es la del abrazo con Alicia.

    Casta Diva

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  2. Yo te digo, me va a llevar un tiempo procesar lo que dijo. La emocion no me deja ver lo demás. Fue un encuentro entre ella y el pueblo, un acto de amor mutuo. Y si, el abrazo con Alicia fue muy importante, emocionalmente tambien. Fijate que ella habló de la importancia de la familia y el trabajo, y remarcó el tema familia, como algo que estaba no se si redescubriendo, más bien diría reafirmandola, dandole fuerzas y sosteniendola. Y a la que ella tambien aportaba. Me dio esa impresión.
    Es impresionante como los otros se llenan la boca con los valores, mientras Cristina y Néstor los viven, no los cacarean. Son genuinos. Y eso, eso no tiene precio. Al menos, para mí.

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