A veintinueve años de la gesta de Malvinas, gloria y honor a los mártires que cayeron por la patria. Gloria y honor a los que volvieron heroes a pesar de la derrota, y fueron barridos ignominiosamente bajo la alfombra por una sociedad desagradecida que no tolera los fracasos. Gloria y honor a los pilotos que llevaron adelante misiones que bordeaban el suicidio y diezmaron a la orgullosa flota imperial.
Vergüenza y escarnio eterno para los que los mandaron a morir, sabiendo que era una batalla perdida, mientras ellos se escondían o se entregaban sin pelear (como los inmundos asesinos cobardes de Astiz o Menendez, valientes para secuestrar y torturar menores de edad, o mujeres grandes, pero cagones para enfrentar soldados profesionales).
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